miércoles, 15 de enero de 2014

Entre tintes, cabello y chismes





                                                           Entre tintes, cabello y chismes

Era viernes y a la peluquera de la esquina, Mayerlin Hernández,  le tocaba levantarse a las 6 am como todos los días para abrir la peluquería ubicada en La Paz, Caracas. Cada mañana, suele desayunar dos o tres empanadas acompañadas de un café pequeño con poca azúcar, —según ella, para mantener la figura—. Sino, apela a la táctica del coqueteo femenino para sustraerle al dueño de la panadería dos crujientes pastelitos, los cuales cancela con una sonrisa o con un: “Gracias, mi vida”.
Faltaba poco para las siete da la mañana y la mujer ya tenía a cuatro personas esperando afuera para ser atendidas antes de dirigirse a sus labores. Luisa era abogada, Mercedes panadera y las restantes Camila y Fernanda amas de casa. Al abrir las puertas, las mujeres guardaron su puesto y esperaron su turno.
Como es costumbre, Mayerlin  limpia cada uno de los cepillos que suele utilizar, la plancha y el secador, justo antes de barrer el piso y acomodar las sillas. A la primera cliente le tocaba teñirse y arreglarse las uñas de las manos, mientras  las otras querían hacerse un tratamiento dealisado para quitarle la resequedad a su cabello. El olor a tinte color chocolate era tan fuerte que pegaba en la nariz y la peluquera tuvo que usar un tapaboca, al igual que un par de guantes para evitar mancharse las manos.
Estas mujeres vienen cada sábado para arreglarse por completo, bien sea por un fiesta, por arreglo personal o para convertirse en una “bomba sexy” para su marido, así lo confirma, — con una sonrisa pícara—, una de las ama de casa.
La abogada se sienta a contar cómo su marido ha ido engordando tanto que ahora parece una ballena y no se preocupa en lo más mínimo por rebajar de peso. La panadera no se cansa de repetir  que  tiene tres hijos que la vuelven loca porque una que sale mal en el colegio, el otro que le pega al vecino y  la más pequeña, — que siempre quiere comerse el jabón con olor a vainilla que trae su abuela de Italia—, está embarazada de nuevo.
El sonido del secador no las detuvo. Las amas de casa suelen sentarse juntas ante el abanico de temas en común  que tienen para conversar a largo plazo. Camila que ya no sabe qué cocinar para su familia porque todos los días exigen algo distinto, — “Preparar comida para seis veces a la semana no es fácil (porque no cocino los domingos), pero yo pido ayuda y nadie contesta”, dice con frustración. Y Fernanda  no aguanta la limpieza que implica una casa de dos pisos para ella sola.
 Para mí lo primordial no es cobrar ni ser mala gente,  sino tomar en cuenta que cada persona que venga salga contenta con el trabajo que realizo porque me gusta. No lo hago por obligación”, afirma Mayerlin que todas las mañanas compra galletas de coco y café para compartir con sus clientas.
Al terminarla jornada laboral, aproximadamente a las 6 pm con dolor en las piernas, Mayerlin se retira a su hogar pensando en que hoy hizo un excelente trabajo.
 
Peluquería de Mayerlin

una de las clientas. La abogada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario